¿QUÉ ES MÁS FÁCIL: EL COMIENZO O EL FINAL?

Algunos me preguntan: ¿qué es más fácil, comenzar una historia o terminarla?

Las historias abundan, de modo que hay suficientes opciones. A lo mejor ya tienes una idea en mente que incluye el comienzo. En cuanto al final, puede que también sepas cómo termina, pero en caso de que no, te aseguro que el punto final aparece.

Una historia puede comenzar con cualquiera de estos dos elementos, el inicio o el final. Digamos que tenemos a dos personas en una isla desierta. ¿Este sería tu final o tu comienzo? En cualquiera de los dos casos: o pones a tus personajes en esa isla para cerrar tu historia o echas para atrás y explicas cómo fueron a parar ahí.

En el caso de que tu comienzo y final sean buenísimos, la trama se regirá por esos propósitos.

Los comienzos y finales pueden estar definidos con antelación, pero también pueden cambiar o adaptarse a la historia una vez hayas desarrollado la trama. Incluso, podrían cambiar completamente debido a que la trama se puede volver tan fascinante que merece un comienzo y un final distintos.

Así que, el comienzo y el final sirven a menudo de guías, y muchas veces son las puertas que te permiten entrar y descubrir otra historia, aquella que jamás hubieras imaginado. ¿Acaso no sucede lo mismo con la vida? Solo descubrimos cuando nos adentramos en terrenos desconocidos, sea siguiendo una pista, una intuición o la expectativa de un final que a veces puede o no cumplirse.

Foto: William Iven

Foto: William Iven

Has este ejercicio mental: si te digo que las dos personas en la isla desierta ya no serán el comienzo ni el final de tu historia, sino una escena dentro de la historia, y siendo este el único detalle a partir del cual vas a narrar algo, ¿qué camino tomarías?, ¿a dónde te llevaría esta imagen? Imagínalo por un instante.

Con solo pensarlo ya te has planteado algunos escenarios. Quizás no has llegado a ver aún el final o el comienzo, pero con el solo hecho de ahondar en la situación de esas dos personas estás tejiendo una explicación y, por ende, si comienzas a narrar los hechos, en algún momento la historia te indicará dónde pudo haber comenzado y dónde terminará.

De modo, pues, que a veces ni siquiera el comienzo o el final son indispensables para empezar a escribir. Basta una imagen, una sensación, una situación, un recuerdo para que a partir de ahí surjan los caminos de una historia.

El escritor es quien escoge la ruta, pero a menudo es la historia misma la que viene con su comienzo y su final.